sábado, 17 de diciembre de 2011

ESPIRITUALIDAD EN EL LAICO

Bajo nuestros estatutos, hagámos Iglesia
Dr. Francisco Sánchez Hernández.
La justificación de este artículo es la frecuencia conque se ve el fracaso y/o abandono del laico de los grupos de pastoral y escuelas, en nuestra diócesis celayense, determinados por el desconocimiento, la comprensión y el testimonio de una espiritualidad teológica.
Definimos la Espiritualidad como una cualidad de los seres humanos. Estar espiritualizado. Desarrollar y llegar a poseer una virtud a través de la fe y la razón.
Es un encuentro de nuestra fe en la persona de Jesús. Es una forma de vivir cristianamente. Es un encuentro personal y comunitario con Jesucristo.
Así preparados no se presentan tan frecuentemente los Antivalores en los grupos de pastoral, inclusive en la Iglesia doméstica. Ellos son: envidia, ira, complejo de inferioridad por baja autoestima que nos llevan a darnos "patadas por debajo de la mesa"; a no honrar al compañero, insultarnos y formar grupúsculos antagónicos hasta llegar a la pérdida de la amistad y en ocaciones alejamiento de la religión católica.
Una época como la nuestra está necesitada de espiritualidad, que nos obligue a ir más allá del consumo de productos vacíos que nos dejan en la superficialidad y la intrascendencia.
¿Cuales son los alimentos de la Espiritualidad Teológica? La fe, la esperanza, la caridad, los sacramentos, los sacramentales y, principalmente, dar testimonio de vida, porque como lo dijo el Beato Juan Pablo II: "El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías".
Ante toda situación difícil, conflictiva moralmente, debemos preguntarnos: ¿cómo pensaría y actuaría Jesús?
Con esta ascética llegaremos a decir, como San Pablo, "ya no soy quien vive en mi, sino Cristo es el que vive en mi"
Con la práctica de esta espiritualidad alcanzamos la plenitud de vida; superando algunas heridas y recuerdos de la la infancia y la adolescencia que nos impiden tener ese crecimiento.
Prepararse para alabar y bendecir a Dios que re-estructura nuestra vida para que dejemos de ser nosotros el centro de nuestra vida y se convierta Dios el centro. El reajuste viene desde el interior. Regalarnos 20 minutos diarios para dedicarnos a nuestras necesidades espirituales, porque lo contrario nos lleva a limitaciones. A veces preferimos comer polvo como la serpiente que comer espíritu. Alabar y bendecir a Dios en la intimidad y silencio, que nos va a provocar paz, tranquilidad.
Crecer a partir del interior. Tener una conciencia reflexiva y libertad, que supone para cada uno, un trabajo personal de conciencia, discernimiento, apropiación y elección.
En la búsqueda de los espiritual, cada paso hacia adelante supone obstáculos, pero el caminar pasándolos ,hace la vida interesante.

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