martes, 17 de abril de 2012

A PROPÓSITO DEL TRABAJO: 1o. de Mayo.

"Bajo nuestros estatutos, hagámos Iglesia"
A PROPÓSITO DEL TRABAJO: 1o. de Mayo.
Por Dr. Francisco Sánchez Hernández.
El hombre moderno vive preso en una sociedad de consumo, que le esclaviza y condiciona fuertemente a la hora de trazarse el propio ritmo y el programa de su vida. Los medios de comunicación social con su presión, casi irresistible, le crean constantes necesidades y estimulan, con frecuencia injustamente, su apetencia de confort y de lucro más allá de lo razonable.  
Bajo esta presión y carrera de satisfacciones alienantes el trabajo se ha convertido en medio esclavizador. Aquejado por las letras pendientes de los medios de consumo, que cada día salen al mercado y que él adquiere, se somete al pluriempleo, que lo priva del tiempo necesario para sus relaciones con Dios, con los hombre, en concreto con la familia, y consigo mismo. No queda tiempo para pensar y para disfrutar de una convivencia sosegada, en especial para nuestra población mexicana entre los 35 y 50 años.
Ideologías de tipo frecuentemente marxistas (económicas-sociales) han hecho del trabajo un campo de conflictos. La lucha entre el capital y el obrero, que da origen a recelos, reivindicaciones e injusticias, nacidas del egoísmo desenfrenado, ha convertido el trabajo en un lugar de tensiones y a veces de enfrentamientos violentos, inclusive contra la misma familia.
Bajo esta perspectiva el trabajo aparece como fuente de desilusión. Para unos, porque la escasez de puestos de trabajo los sitúa en el suplicio de Tántalo (dios hijo de Zeus), ya que difícilmente llegan a adquirir aquello que, por una parte, ven cerca, pero que siempre huye de ellos. Otros, llenos de ideas pesimistas y nihilistas (nada vale la pena), no encuentran sentido al trabajo y lo consideran como un medio de vida, pero sin ninguna ilusión.
A la luz de la revelación divina el hombre es un colaborador de Dios en la obra de la creación. Dios ha entregado al hombre la tarea de desarrollar las fuerzas ocultas escondidas en la naturaleza (Gén 1, 28). Dios entrego al hombre las herramientas del trabajo: inteligencia, corazón, inventiva, tesón, manos, ansias de trabajar. El trabajo no constituye un hecho accesorio ni mucho menos una maldición del cielo. Por el contrario, es una actividad que permite al individuo realizarse y ofrecer un servicio a la sociedad. Escribía el beato Juan Pablo II que "es el primer evangelio del trabajo" (Laborem Exercens, 25).
Cada trabajo ha de ser visto así en el conjunto del desarrollo evolutivo. Todos somos colaboradores de Dios, porque también Él hoy sigue trabajando con el hombre, respetando su autonomía. Esta enseñanza vale también para los quehaceres mas ordinarios porque los hombres y mujeres que, mientras procuran el sustento para sí y su familia, realizan su trabajo de forma que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, con razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador y se perfeccionan a sí mismo (Gaudium et Spes, 34, 35).
Los múltiples medios de confort y bienestar, logrados por el talento humano, no son en último término nuevas creaciones, sino perfeccionamiento de la naturaleza. Aún las creaciones artísticas, las más parecidas a las de Dios, tienen su punto de partida en el mundo creado.

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